El día 8 de abril empezaba un encuentro dedicado a todos/as aquellos y aquellas jóvenes estudiantes que
quisieran saber acerca de la inclusión, organizado por FADAE.
Como en otros
encuentros, todos estábamos en el punto acordado para la subida al autobús.
Algunos se conocían de hacía tiempo, otros se conocían desde hacía
relativamente poco y otros, al ser su primera vez, no se conocían. Eso no
importó, todos estábamos con los nervios a flor de piel y una sonrisa de oreja
a oreja. ¿Qué iba a pasar? Teníamos por delante todo un efímero fin de semana
en el que habría tiempo para todo.
En el autobús, el buen
rollo inundaba el ambiente y, al bajar de él, esa sensación no hizo sino
aumentar. En la sala de reuniones que nos habían asignado nos repartimos las
habitaciones y demás. Una vez hubimos dejado las cosas en cada una de nuestras
habitaciones, toco la cena, en la que, como si fuera la intro de una canción, fuimos calentando motores.
Nunca pensé que conocer
a gente podía llegar a ser tan divertido; y es que con las dinámicas de
presentación nos fuimos aprendiendo los nombres de todos los que iban a ser
nuestros/as compañeros/as e incluso amigos/as desde ese fin de semana. A las dinámicas les siguió una improvisada
sesión de canciones e incluso algún poema, acompañadas de guitarra y palmas
porque, sí, ¡había dos guitarras y mucha gente que sabía tocarlas!
Cuando los párpados se
nos caían de puro sueño y la tripa ya dolía de tanto reír, decidimos que iba
siendo hora de irse a dormir. Había que estar frescos para el día que se
avecinaba. El sábado comenzamos con una conmovedora charla sobre diversidad
funcional que nos dio Víctor. Tras contarnos su historia y enseñarnos en qué
consiste dicho término, tocaron los juegos en los que teníamos que hacer
pruebas sin usar la vista, los brazos, las piernas,… El tener que buscar pistas
sin poder ver fue realmente angustioso aunque el resto de pruebas fueron muy
divertidas.
Durante la comida hubo gente que fue graciosamente castigada por fallar en uno de los juegos que habíamos hecho por la mañana y después de comer tuvimos una charla sobre la inclusión social y la integración. A esto le siguió un debate en el que aportamos ideas y discutimos sanamente sobre el tema, yéndonos por otros caminos a menudo. Al fin y al cabo todo es educación.
Por la noche tocaron
más dinámicas y, de nuevo, la realidad superó a la ficción. El beso asesino, el
secreto, el juego de las parejas,... Con todo acabábamos riendo a más no poder
y conociéndonos cada vez mejor.
Había amanecido y se nos estaba acabando el fin de semana. ¡Horror! Sabíamos que el final estaba cerca pero aún quedaban cosas por hacer. Primero hubo una ponencia sobre qué es FADAE y cuando se acabó el coloquio, fuimos a conocer Medina, su castillo y sus calles (y su viento también, por qué no) Terminada la comida, tristemente, pues anunciaba el final, se dio la entrega de diplomas con su correspondiente foto.
En el autobús de
regreso el sueño nos pudo y acabamos rendidos/as tras un fin de semana lleno nuevos
conocimientos, experiencias, emociones, risas, canciones y muy buen rollo.
Ojalá no se hubiese acabado. Estos encuentros te dan la oportunidad de conocer gente
nueva que, como dijo Vero, una gran poetisa y compañera de encuentro, coincidir
con gente que comparte tus mismas inquietudes.
¡Gracias por un fin de
semana tan memorable!
Lydia.
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